Se ha descubierto que la supervivencia se puede mejorar y cada eslabón de la cadena de supervivencia contribuye en una medida diferente. En los primeros minutos tras un paro cardiaco, el trabajo en equipo de las personas que dan la alerta y los operadores puede mejorar la supervivencia en un factor de 4. En la hora siguiente, la ejecución por parte de los servicios médicos de urgencias de una RCP de calidad puede contribuir en un factor de 3 y en los siguientes días, la atención tras la reanimación en el hospital puede contribuir en un factor de 2. En total, la probabilidad de sobrevivir a un paro cardiaco puede multiplicarse por 24.
Durante las últimas décadas, la atención se ha centrado en los dos últimos eslabones de la cadena: el servicio médico de urgencias y la atención en el hospital. No obstante, ahora sabemos que la supervivencia puede aumentar de manera drástica si se actúa antes. Una pronta identificación del paro cardiaco y una mejor aplicación de la RCP por parte de los testigos con la ayuda de los operadores tiene un impacto máximo en la supervivencia.