En estos momentos de cambios y dificultades es esencial contar no solo con más enfermeros sino con enfermeros mejor preparados para satisfacer las necesidades del cambiante paisaje. Los formadores necesitan contar con los conocimientos, destrezas y comportamientos para crear e impartir cursos de aprendizaje experimental que promuevan la práctica reflexiva y generen resultados medibles.
Cada vez más, se ha ido adoptando la formación basada en simulación para mejorar o complementar las experiencias clínicas y de aprendizaje en el aula. La simulación se puede utilizar también para poner al día ciertas destrezas y evaluar las competencias clínicas de los estudiantes y las habilidades de toma de decisiones, así como para orientar a los estudiantes hacia retos clínicos que quizá no afronten directamente o regularmente, pero para los que tienen que estar preparados. La simulación se puede utilizar para acelerar la transición a la práctica, mejorar la integración de la eficiencia, reforzar los programas de formación y, en última instancia, mejorar los resultados para los pacientes.